RICK WAKEMAN Viaje al centro de Buenos Aires
PRIMERA ESTACION: TEATRO GRAN REX - 1 DE MARZO
SEGUNDA ESTACION: TEATRO COLON - 2 DE MARZO
ULTIMA PARADA: FESTIVAL UNICOS - 3 DE MARZO
FESTIVAL UNICOS EN BUENOS AIRES
Funciones del Festival Únicos con grandes artistas gratis y al aire libre
Grandes artistas nacionales e internacionales formaron parte del Festival Únicos, entre ellos como figura destacada a RICK WAKEMAN, dando prueba que el rock sinfónico sigue vivo en el tiempo. Se trato de funciones gratis y al aire libre para los vecinos, que comenzaron el 24 de febrero y culminaron el 4 de marzo, en los escenarios montados en Plaza Vaticano y Figueroa Alcorta y Dorrego.
Rick Wakeman en Buenos Aires: "Quedé enamorado de la ciudad y de la gente".
"Entienden mucho de fútbol y de música, dos cosas que amo".
En su octava visita a la Argentina, y dentro del marco del ciclo Únicos, Wakeman pisó el escenario del Teatro Colón para revisitar obra propia pero también ajena. “Dos veces estuve en este teatro, escuchando ópera (dijo emocionado el viernes a las 19 horas, al enfrentarse con el público que agotó las localidades con un par de semanas de anticipación), pero es la primera vez que voy a tocar aquí”. Y sin más comenzó su concierto recordando a David Bowie con aquel tema de 1971 titulado Life on Mars?.
Lo que siguió fueron casi dos horas del más puro Rick Wakeman, adaptado esta vez para piano y orquesta. Hay que decir que en la transferencia no se extrañan para nada sus teclados analógicos de la era primaria (mellotrón, moog, ARP String Ensemble, Clavinet), y que su fanatismo por el compositor y pianista austro-húngaro Franz Liszt se mantiene incólume en su pulso, en algunas tríadas aumentadas o en quintas paralelas que desbordan como cascadas desde el piano Stenway de cola.
Rick posee también un manejo asombroso de la dinámica, que junto con una mano izquierda hábil y potente y un pedal de sustain acertadamente operado, terminan de obrar la magia que en el aplauso final puso de pié a todo el teatro. Obviamente paseó con soltura por fragmentos de tres de sus obras más emblemáticas y conceptuales.
Primero fue Catherine of Aragón, de Las Seis Esposas de Enrique VIII (1973)-"Algo que me es bastante familiar, porque me casé ya varias veces… Muy oneroso”, disparó con su proverbial humor británico-; luego coqueteó con pasajes de Viaje al Centro de la Tierra -su recreación musical de la novela de Verne- (1974); y finalmente con fragmentos de la que tal vez sea su obra más pomposa y épica: Los mitos y leyendas del Rey Arturo y los caballeros de la mesa redonda (1975).
Pero así como en el piano Wakeman no puede esconder que es un lisztomaníaco perdido, en sus arreglos orquestales tampoco sabe ni quiere ocultar su amor por "los cinco”, aquellos compositores rusos que entre 1856 y 1870 contaban en sus filas a genios como Rimski-Kórsakov y Modest Músorgski. Tranquilamente podría Rick dedicarse de lleno a la orquestación de música para películas, algo que no le resulta ajeno ya que tanto en el film 1984 como en la propia Lisztomania, de Ken Russell, o en The Burning, sus scores resultaron de una gran calidad compositiva.
A este dotado y habilidoso tecladista inglés le sobre tela para cortar. Contará como una picardía que durante los ensayos junto a la orquesta, el día anterior, y mientras tocaba, miraba al mismo tiempo el partido del Manchester City contra el Arsenal y le iba contando a los músicos los goles del equipo de 'Pep' Guardiola, para asombro del primer violinista.
Más allá de su innegable virtuosismo, Wakeman tiene una extensa y profunda información musical de todo tipo y calibre. No por nada es fan de bandas seminales como Gentle Giant y King Crimson (“Ésta última, sólo cuando estoy de humor”, señala en un aparte post concierto). Y toda esa mezcla es lo que le convierte en un compositor atractivo y en un pianista brillante de técnica impecable. Fuera de su propia obra tal vez el momento más álgido de la noche se produjo con la eficaz relectura de dos clásicos de The Beatles, que unió en una sola pieza: Eleanor Rigby (posiblemente Paul McCartney tenga algo que decir al respecto) y Help, aquel dramático pedido de John Lennon. La orquesta de cincuenta músicos, perfectamente ensamblada, y los coros que sostuvieron de manera dramática los pasajes más tensos hicieron el resto. Wakeman se despidió con varios bises, que incluyeron su clásico Merlín, el mago, coronando una noche hechizante, poblada de caballeros, dragones, elfos y princesas. Recibió la ovación de pie de todo el Teatro Colon, y para asombro de cualquier habitué de abonos se escucho como nunca la “Canción de la lluvia”, el clásico de Woodstock con el cual los fans locales coronamos a los mejores cuando su actuación despierta nuestra pasión irrefrenable. Somos el mejor publico del mundo, el más afectuoso, exigente y expresivo. Rick, como tantos otros artistas lo saben y eso le hace decir sin demagogias: “Me enamoré de la gente de aquí cuando vine por primera vez”.
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